La tierra gira a 1,700 kilómetros por hora desde hace aproximadamente 4,543 miles de millones de años y las pandemias se encuentran registradas desde la aparición de las grandes civilizaciones, pero vivimos en tiempos “modernos”, donde las redes sociales pueden hacernos sentir muy cerca pero a la vez muy lejos, mediante ese contacto y apariencia liquida que llega a documentar nuestras vidas , donde los programas de señal abierta nos bombardean con todo aquello que ya sabíamos, la crisis sanitaria, la corrupción, la crisis educativa, la crisis de la administración de pensiones y por qué no, de vez en cuando optan estratégicamente por hacer la transmisión un poco más apocalíptica porque si no, no vende y los tiempos están difíciles.
El Perú dejo de estar limitado por fronteras hace mucho tiempo, fue inevitable, empezamos a formar parte de lo que Gilles Lipovetsky y Hervé Juvil llaman la cultura mundo, esa que nació en los países del primer mundo, creando una superestructura en favor de la oferta estandarizada de los mercados, reivindicando las ambiciones económicas en la libertad de mercado, haciendo pasar al estado nación por un ocaso administrativo para las lógicas de exceso del capitalismo, nos acostumbramos a la “cosmopolitación” de nuestras vidas en dimensión planetaria, hicimos de la otredad y del arte un negocio, del cuerpo un capital y de la intimidad, entretenimiento, al punto en el que nuestro imaginario no concibe otra realidad que la del consumismo masivo y en donde el nihilismo era el camino al éxito y el éxito del hipercapitalismo el dinero ¿Pero todo debía ir tan rápido?, quizás era la manera más sencilla de vivir con las conciencias adormecidas y con el sentimiento de acomodamiento, escondiéndonos frívolamente en la satisfacción liquida.
Aquello resulto en el uso de los recursos de una manera hostil y desmedida, a raíz de eso llevamos algunos años hablando de desarrollo sostenible, de la moderación del hipercapitalismo y de “moralizar” la cultura mundo, pero es un proceso inconveniente, siempre lo fue, aquello tiene un público selecto, no vende.
Esta aceleración de la producción y de la oferta y la demanda termino acelerando nuestras vidas, porque el reloj del éxito cada vez avanzaba más rápido, siempre innovando y llenándonos de posibilidades; con la ciencia y el estado nación en favor del mercado, no podíamos quedarnos atrás, era una necesidad; hoy el reloj avanza más lento, las prioridades cambiaron en cuestión de días, tu tienda favorita cerro, el desempleo es una constante, porque efectivamente los derechos laborales en el Perú no incluían planes de contingencia en caso de pandemias, igual y nunca se nos ocurrió revisarlo, mucho menos hacer un plan nacional de prevención contra las mismas, prioridades ¿No?.
Hoy exigimos la disminución de las pensiones tanto escolares como universitarias, que, por supuesto deben disminuirse, pero la necesidad de hacer negocio con la educación y con la salud fueron más grandes que la posibilidad de la inversión pública, por supuesto que el presidente actual no tiene la culpa, solo hace falta mirar un poco hacia atrás para darnos cuenta de que el país era una olla a presión aplacada por la venta del cobre y algunas otras exportaciones.
La organización mundial de la salud reconoció como una pandemia al COVID – 19 el 30 de enero del presente año y nuevamente el reloj ya no va tan rápido y en realidad nunca tuvo que hacerlo, la ansiedad provocada por alcanzar el éxito a corta edad aplicando la infalible receta de la individualización y mirando hacia afuera, forzando nuestras conciencias, nos convirtió en una sociedad depresiva, constantemente decepcionada y disconforme y si, quizás este año ya no puedas graduarte, quizás este año esa promoción de empleo no se te presentara, quizás este año tengas más ausencias que visitas y quizás tengamos que vivir con la incertidumbre del riesgo globalizado . Al principio enfrentamos la coyuntura con optimismo, pero rápidamente nos arrebato la vida de compatriotas e hizo salir del anonimato inducido a nuestras más grandes debilidades como país.
La desigualdad ya nos había llevado a crisis sociales, económicas y políticas en el pasado pero hoy es distinto, el riesgo del colapso económico y sanitario es global y esta vez todo es nuevo, no hay un modelo occidental o norteamericano hacia el cual podamos mirar, hoy más que nunca el futuro ha quedado en manos de aquel desarrollo medico y científico, que hace unos años jugaba con uranio y plutonio, y teme no ganarle la carrera al virus, pues ya no es cuestión de jugar a favor de un régimen o interés económico, hoy la vida y la humanidad no tienen precio y la empatía por la supervivencia sale a flote porque nunca se hunde solo una parte del barco.
Hoy nos quedamos en casa, es difícil no salir a trabajar y es difícil no salir a estudiar o simplemente interactuar con otros individuos ajenos al hogar, y al mejor estilo de “Parasite” esto es una lluvia para unos, pero una tormenta para otros. Nos toca aceptar que el tiempo puede pasar lento y que no podremos jamás ir a la velocidad de la tierra, porque nunca fue necesario ir tan rápido.
Bibliografia
Beck. U. La sociología del riesgo.
Lipovetsky G., Juvin H.(2011) El occidente globalizado: Un debate sobre la cultura planetaria.
Rivero O. (2006) El mito del desarrollo y la crisis de la civilización.
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