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El año pasado tuve el placer de visitar Huamanga, la capital de Ayacucho. La particularidad de este viaje fue la coincidencia con la semana Santa, la cual es celebrada con una fe impresionante, mostrando en este evento conmemorativo todos los atributos artísticos tan característicos del departamento y con una pasion hacia sus creencias que la espiritualidad se puede sentir en las calles, pues no es en vano que Huamanga tenga 33 iglesias en su jurisdicción. Ayacucho no sólo es uno de los departamentos más católicos del Perú y el que más se aferra a sus tradiciones forjadas durante siglos, fue también el departamento más golpeado por el movimiento terrorista "Sendero Luminoso" dejando en la población heridas que aún se pueden percibir, resentimiento hacia las autoridades del Perú, pues no hubo una intervención adecuada ni un reconocimiento digno, aun hay desaparecidos, aun hay madres buscando a sus hijos, esposos y hermanos, aun hay juicios sin resolver y cuerpos sin reconocer. La religión los consuela y lo pude sentir pero mantienen las heridas en su imaginario, pues por supuesto ¿Cómo poder olvidarlo?, en Huamanga la mayoría de pobladores han perdido al menos a un familiar durante la guerra interna y aquello es un tema vigente.
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El dolor y la fe como factor de cohesión social. |
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