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Estado en Pandemia
Por
Vallejos Diaz, Alexandra Yassira, alumna de 5to año.
A pesar de que no
existe porción sobre la tierra aparte de los polos que no posea algún tipo de
poder representativo, no podemos ser indiferentes al inevitable ocaso del
estado como institución que se ha visto sumergido en el capitalismo y en la
economía liberal que tal y como las vendas de la ideología, lo mantienen cubierto
en la ilusión irrisoria de desarrollo y justo cuando íbamos despertando en
medio de un crecimiento económico que poca garantía tiene en el desarrollo
humano; nos sorprendió un fenómeno antes visto pero impensable en estos tiempos
en donde la esperanza en la modernidad lo resolvía todo acompañada de los
avances tecnológicos “inspirados” por el carácter productivo del capitalismo;
con un estado constantemente empecinado en ser introducido en la competencia
económica internacional, aunque recurramos a la desvalorización progresiva de
los recursos. Esta vez fue de ese tipo de riesgo que no venía de Wall Street,
de alguna disputa por el oro negro o de algún riesgo ambiental inminente los
cuales ya conocemos, esta vez es una pandemia.
Aunque por
supuesto, no quisiera que se interprete como el apocalipsis bíblico. Aunque los
factores que la ocasionaron son aún inciertos, sabemos que esta vez no dependió
de nosotros, al menos no el brote. El Covid19 lo queramos o no nos puso en esa
situación que se cocinaba a olla a presión en todos los estados existentes
incluyéndonos, por supuesto, demostrando empíricamente la realidad de cada uno.
Estamos desequilibrados en términos de recursos, en términos sociales y demográficos,
aunque pareciera que aún no nos ha quedado claro el concepto de ciudadanía, reconocimiento
y desarrollo humano. Agreguemos el hecho de que las naciones unidas y el
instituto del medio ambiente de Estocolmo nos repite cual mantra que la
reducción del ciclo hidrológico y sus niveles es inminente de hecho, ya tenemos
los síntomas, debido a las altas emisiones de CO2 que a pesar de los tantos
compromisos firmados y las cumbres concretadas, las medidas de acción son
escazas ¿Y claro, por qué no sería de esa manera? Los países subdesarrollados cubren
con la energía necesaria para la producción hasta en un 50% a nivel mundial y
no solo eso, los países pobres son los encargados de exportar los alimentos
devorados por la vorágine demográfica y el consumismo.
Al estado se le
escapa de las manos la administración de recursos y el trabajar concretamente
en índices de desarrollo humano que pudiesen considerarse dignos, en realidad
no se le escapa de las manos, hace años que los ha dejado flotando con
dirección a intereses particulares.
El capitalismo nos
da esa sensación de libertad, trabaja duro y lo tendrás nos dice; esa de la
facilidad de movilidad social: “El éxito, pero poco a poco nos vimos cara a
cara con la explotación y la escasez, porque nuestra visión antropocéntrica del
mundo no nos hizo pensar en la tierra que estábamos pisando. Todo en
desequilibrio.
Hoy al Covid19 no
le interesa la desigualdad social, que la pérdida de poder del estado y que la
corrupción sigan presentes en nuestro país, hoy llueve para todos pero algunos
tienen sombrilla, aun así nunca relucieron tanto los problemas económicos y
sociales en el país, porque mientras el Perú miraba a cielo abierto con cobre a
los pies, formando gustosamente parte del ciclo económico liberal, la educación
era un privilegio para muchos, el sistema sanitario estaba asfixiado por la
corrupción y por consiguiente de un constante desabastecimiento; la salud se
convirtió en negocio, porque no es un secreto que en el Perú siempre tuvo un
costo ¿Y porque no llegaría a ser considerado un servicio mas no un derecho? Si
el sistema integral de salud (SIS) respondía de manera ya precaria, sin el
alcance nacional necesario al igual que Essalud y el seguro de las fuerzas
armadas, entones porque si el estado en su infinita incapacidad de gobernanza no
puede hacerlo ¿Por qué no tener la libertad de privatizar un derecho y cobrar precios
exuberantes por ello? Total, no hay intentos de regular aquello, igual y a la
Lima nostálgica quizás le encanta el estatus.
En el mundo, el
estado vive en el ocaso del liberalismo y el Perú la tiene difícil, somos un
país pluricultural, con el quechua, el shipibo konibo y el Aymara: la
configuración más romántica de nuestro ADN, esa que nos gusta vender, esa que el
estado a veces evoca; pero fue el estado quien jamás llego a tocarle la puerta
a estos imaginarios sociales y fue el estado quien nos hizo enfrentarnos más de
una vez; hoy tenemos la sensación de estar solos por momentos, perdiendo la
confianza porque es inevitable, ¿Era necesario una pandemia para darnos cuenta
de la naturaleza del sistema económico liberal en el que nos sentíamos tan cómodos?
Es probable que la globalización rompa al estado y las fuerzas del mercado se
conviertan en nuestras nuevas autoridades reguladoras, pero Francis, no es el
fin de la historia y por supuesto Adam, el mercado no se regula solo. Esta
pandemia fue el dedo que hizo saltar el pus como diría Manuel Gonzales Prada y
nos quedan dos caminos: empezar a regular, fiscalizar correctamente a las
instituciones y reconocer al ciudadano como sujeto de derecho otorgándole la
facilidad de los servicios que le corresponden o de otra forma podemos seguir
exportando piedritas y firmando tratados internacionales de exportación con la
corrupción como perteneciente a la agenda política y con partidos políticos
flotantes, sin discurso, con hambre de poder y con la cabeza en alto hacia
dentro del congreso, sin mirarnos ni de reojo
todo, claro si el Covid19 nos lo permite.
Bibliografía
Beck U.
(1998). "Sociedad en riesgo". Buenos Aires, Argentina.
Giddens A.
(1999). "Un mundo desbocado".
Rivero O.
(2014). “El mito del desarrollo y la crisis de la globalización”. Lima, Perú.
Malthus R.
(1834). “Primer ensayo sobre la población”. Buenos Aires, Argentina.

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